
A su amigo íntimo el Dr. Adolfo Lamar
Acaba de marcharse para el otro mundo un gran artista: Ignacio Cervantes. La noticia, envuelta en las sombras de la noche, corrió por la ciudad como una traición. Produjo un gran desaliento, una tristeza desgarradora, algo así como un gemido en los corazones…
Cervantes era un artista de cuerpo entero, su alma era un amor; su espíritu una intensidad luminosa. Músicos de su clase existen pocos; y son orgullos de la sociedad y del pueblo que los produce. Forman parte de un profundo sentimiento de dignidad nacional. Dan carta de naturaleza a los países mas pequeños, en el universo inteligente. En el mundo de las bellas artes se sabe que existe Cuba porque se admira a Cervantes; se tienen noticias de Caracas porque brilla Teresa Carreño… ¡La gloria abrazada frenéticamente a la posteridad!
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