
por Miguel Ángel LIMIA.
A pesar del estilo intolerable y pedestre de mi ilustre paisano Cirilo Villaverde; a pesar de sus inhábiles capítulos de prosa tortuosa[1]; a pesar de la protesta de mi espíritu ligero y risueño hacia los adoquines nacionales, yo me leí con entusiasmo a «Cecilia Valdés», cuando llegué a la Habana.
Me interesaban las costumbres cubanas de aquel siglo romántico en que la sabrosa mulata Cecilia correteaba, moviendo sus caderitas lúbricas de criolla, por la vieja loma católica del Santo Ángel. [Leer más…] acerca de Las Casitas de Cecilia Valdés por Miguel Ángel Limia.